viernes, 14 de junio de 2013


No siento dolor, tampoco rabia, ni odio, ni resentimiento. Es curioso porque esos tres sentimientos me han acompañado desde siempre. Borré de mi interior cualquier rastro de humanidad, no se en que me convertí . Perseguí con ansia el poder y recorrí de su mano un camino de muerte y sufrimiento.
Pero bastó sólo una mirada. Una mirada que giró mi vida 180 grados. El me miró de una forma diferente, vio que dentro de la fiera todavía existía un poquito de humanidad y el me trajo de nuevo a la vida. Me dio el cariño que siempre había necesitado, fue mi razón para vivir, para dejarlo todo atrás y querer empezar de nuevo.
Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un último amanecer al lado de el. Si éste es el precio que debo de pagar por haberlo amado, no hay nada en toda mi vida que me haya salido más barato. No siento dolor, sólo quiero quedarme así, para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario